Comenzamos con un aperitivo muy de moda y muy internacional, pero con un toque nuestro, el spritz, un cóctel de vino elaborado, en esta ocasión, con vermut y espumoso de nuestra tierra. Una propuesta refrescante acompañada con un mejillón sobre patatas chip.
Comenzamos rompiendo mitos, con un moscatel seco de Bodegas Naranjo, Casa de la Dehesa Moscatel, un vino de la añada 2015, que mantiene frescura, complejidad y una interesante sensación untuosa, perfecta para armonizar con jamón ibérico de bellota, pero no con uno cualquiera, sino el galardonado con el premio al mejor jamón 2020 por el Ministerio de Agricultura, Juan Manuel, de la DOP Guijuelo.
Como de sorpresas se trataba, continuamos con un vino blanco criado en barrica de roble, Requiebro Chardonnay, de Bodegas Amadís de Gaula, donde encontramos complejidad, aromas de fruta compotada, vainilla, tostados y un excelente equilibrio y persistencia. La propuesta para este vino fueron unas gambas al ajillo, con una salsa melosa que se fundía maravillosamente con la complejidad del vino.
El salto a los tintos lo inició Señorío de Guadianeja Cabernet Sauvignon Gran Reserva 2009, de la bodega Vinícola de Castilla. Un vino con todos los matices propios de su larga crianza, fruta negra, compotas, balsámicos, especias. Un vino que hay que disfrutar dejándolo abrirse en la copa y permitiéndole que nos acaricie con su amplio abanico de aromas sutiles y elegantes. La apuesta armoniosa para este vino fue algo arriesgada pero exitosa, salmón con salsa al espejo líquido y azafrán con verduritas, volviendo a romper el mito de carne con tinto y blanco con pescado.
El vino que cerró la cena, antes del postre, fue José Manuel Corrales, de la bodega Corrales Espinosa Family Wines, un vino de autor, que recientemente ha sido calificado como el mejor tinto de España, en un reconocido periódico francés (Tasted). Este vino se expresa con gran franqueza desde que cae en la copa, con potentes aromas a fruta roja madura y una madera excelentemente ensamblada, que no enmascara su peso en fruta, llegando a un equilibrio y redondez que nos confirma su excelente calidad y sus merecidos reconocimientos. El plato seleccionado para este vino fue un lingote de vaca madurada, cuya calidad se reflejaba en su increíble sabor y su tierna textura.
Para el broche final descorchamos Espejo Líquido, de Bodegas Amadís de Gaula, un espumoso semiseco de moscatel que puso el punto dulce junto al carpaccio de piña con frutos rojos y helado de canela.
En muchas ocasiones anhelamos catar marcas y productos que son icono de la gastronomía, y ciertamente la mayoría son auténticas delicias, pero no debemos olvidar que vivimos en un país privilegiado en cuanto a vinos y calidad de lo que ponemos sobre nuestras mesas. Solo es necesario conocer un poco lo que nos rodea y disfrutarlo, como hicimos esta noche, y creo que acertamos, a juzgar por las caras de sorpresa y felicidad que se dibujaban con cada sorbo y bocado.
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